Supongo que ya lo sabes: cuando un Amigo, camarada o anfitrión te invita a “matear”, o bien si asistes a una reunión en su casa y el Mate comienza a pasar de mano en mano, de boca en boca, y llega hasta ti… ¡eres privilegiado! Beber la estimulante infusión por la misma bombilla, equivale a… –perdón por el atrevimiento– hermanarnos, por lo menos a ser aceptado en un nuevo círculo social, de la manera más cálida y confiada.
Tuve esa inolvidable experiencia a mis 23 años virginales, durante mi primer vuelo a La Argentina con una encomienda editorial. Una mesa grande, sobremesa, charla animadísima de acento vigoroso y muy cantado… y el Mate comenzó a circular de amigo en amigo (no sé si a la derecha o en sentido contrario) y de sonrisa en sonrisa. Me tocó el turno, todos me miraban, aspiré de la bombilla… ¡amargo!... lo pasé… ¡y medio siglo después no lo olvido!
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